apodos, concursos, convenciones, historias, reconocimientos, talentos, burlas, aventuras, esperas, inquietudes, virtudes, insomnio; todo esto y más son sensaciones que crean los videojuegos a diario en diferentes partes del mundo.
Un amigo de la infancia: tenía la consola llamada super nintendo y era lo máximo, recuerdo que algunas veces después de la escuela mi mamá me dejaba ir a casa de Lalo, podíamos pasar toda la tarde jugando, la mayoría de las partidas él me ganaba, seguramente porque él jugaba diario y yo solo cuando iba a su casa.
En mi casa estaba el nintendo ness y aunque no tenía tanta variedad de juegos, los fines de semana mi hermana y yo íbamos de cacería de patos , nuestro tino era excelente.
Una vez, en la tele vi una promoción ¡impresionante! si juntabas 5 tapitas marcadas de duvalin, respondías una respuesta de la forma más creativa y se la mandabas al equipo de producción de chabelo, te podías ganar un Nintendo 64, como por dos semanas los centavos que me daba mi papá para comprarme algo en la tiendita de la escuela fueron destinados a duvalines, por fin junte las marcadas, las puse en un sobre, y mi Mamá me llevó al correo a ponerle una estampilla dorada y dejar aquellos preciados pedacitos de aluminio plastificado; en manos de una señora malhumorienta que sin desearme suerte, tomó el sobre y volteo a ver por detrás de nosotros al joven que seguía en la fila. Espere, espere y ...Un Domingo a las tres semanas siguientes, anunciaron al ganador, efectivamente: no era yo.
Unos meses después mi Papá llegó de un viaje de negocios y con él, una caja gris perfectamente empacada era una consola de la que yo jamás había oído hablar, era completamente rectangular y lo más extraño es que los juegos venían en discos compactos, al día siguiente mi papá me ayudó a instalarlo en la tele de la sala, tomé el control, puse start, luego equis, triangulo, circulo y R2. En ese momento comprendí lo que es el amor a primera vista.
Al año empezaron a llegar todos los aditamentos, cables, controles y por supuesto juegos, muchas tiendas abrieron espacio para lo nuevo en videojuegos, había algunas en donde podías cambiarlos y otras en donde solo podías comprarlos, luego llegó el famoso chip que era para leer discos piratas, pero nunca me dejaron instalárselo al mío, aún así jugué muchísimos y acabé pocos juegos.
Pertenezco a generación que nació con los videojuegos, que creció con ellos y aprendió muchas cosas buenas y malas frente a un televisor conectado a una consola; una generación de apodos, concursos, convenciones, historias, reconocimientos, talentos, burlas, aventuras, esperas, inquietudes, virtudes e insomnio.